Acerca de Estanislao García Olivares
Estanislao García Olivares nace en Villanueva de la Serena, provincia de Badajoz, en 1959.
Su infancia y primera juventud transcurren entre el serrín y
la madera de la fábrica de muebles de su padre. Los barnices, el olor a madera, las máquinas
y el diseño de los muebles le marcan profundamente y le enseñan el valor del trabajo manual.
Tras cursar el Bachillerato en el Claret de Don Benito, marcha a Sevilla para estudiar Bellas Artes.
En la Facultad de Bellas Artes de Sevilla adquiere las bases de las técnicas y la
línea artística que desarrollará posteriormente. Compagina su faceta como escultor y pintor
con su puesto como Catedrático de Dibujo en el IES Bárbara de Braganza.
Estanislao acumula una dilatada trayectoria como pintor, muralista y escultor, habiendo realizado
trabajos para instituciones tanto privadas como públicas. Ha ejercido como restaurador,
colaborando con arquitectos y restaurando varios monumentos escultóricos.
Es autor de numerosas esculturas, la mayor parte de ellas ubicadas en Extremadura. Cabe destacar
el monumento ecuestre a Alfonso VIII en Plasencia, el monumento a Alfonso IX en Cáceres, el monumento a la Libertad
en Plasencia, los monumentos a Ibn Marwan, Pizarro y Pedro de Alvarado en Badajoz, el monumento a las víctimas del
terrorismo en Villanueva de la Serena y varios monumentos en distintas localidades menores. Las
fuentes monumentales suelen acompañar a sus esculturas en bronce, por lo que ha llegado a dominar el diseño
de fuentes, soportes, anclajes y perfiles. Ha trabajado con granito tanto en piezas macizas como en planchas,
sobre soportes de hormigón, etc. En el campo pictórico, ha trabajado sobre todo el mural y el formato grande,
combinando acrílico y óleo, dependiendo del soporte.
"Mi trayectoria artística discurre entre la escultura, la pintura mural y el cuadro de caballete. Aunque me mueva
dentro de unos parámetros de figuración plenamente contemporáneos, miro atrás sin complejos y con admiración.
No busco romper con nada. Ni puedo ni quiero despreciar el poderoso legado que parte de la iconografía greco-latina
y que ha dado sus más elevados registros de creatividad, belleza y complicidad con el público en el Renacimiento y
en el Barroco. Lo único realmente rompedor, trascendente y, por tanto, eterno, son la belleza y el conocimiento.
Vivimos en una época en que el arte se ha convertido en mero relleno de macromuseos. El continente suplanta el contenido
y lo anula. Yo reivindico el protagonismo de una pintura valorada en los humildes límites del bastidor."